miércoles, 13 de enero de 2010

El tiempo relativo


Con todo lo que me ha costado volver a la rutina, llegué a la conclusión que los años se pueden equiparar a una semana. Los primeros meses son como los lunes y martes: pesados, difíciles, poco simpáticos para la mayoría. Los meses intermedios comparten características con los miércoles y los jueves: se sienten como un pequeño respiro a medio camino, son ligeros, de un tiempo que transcurre fácilmente. Octubre es el "viernes" del año, y noviembre y diciembre son irrefutablemente, el "fin de semana", lleno de fiestas, alegría y descanso...

Ahora entiendo por qué conforme avanza la vida, uno siente que el tiempo se va cada vez más rápido, como en esas semanas que se desvanecen en un pestañeo.

Total que, si a esas vamos, estamos en las primeras horas de un lunes, quizás todavía ni amanece. Con razón no veo claro todavía, pero cuando menos me dé cuenta, ya será viernes otra vez. Más vale que me apure...

viernes, 8 de enero de 2010

Puras buenas intenciones


Una vez pasada la tempestad de las celebraciones y viaje de fin de año, me detengo sólo un segundo antes de embarcarme en vértigo inminente que representa la mudanza (y de otro probable viaje relámpago) para darme cuenta de que este año no hice propósitos. ¿Y para qué los haría? Bien lo dice el significado de la palabra: son sólo intenciones que, generalmente, en eso se quedan. Los más comunes son ahorrar, hacer dieta, dejar de fumar, hacer ejercicio. Con el primero y el último estoy muy peleada: lo hago cuando me es posible, no me pidan más. Con la dieta siempre hago mi mejor esfuerzo, y el cigarro (lo digo con mucho orgullo) lo dejé hace ya casi tres años. Muchos años anteriores hice propósitos y por supuesto que nunca los cumplí. En mi experiencia, formularlos es tan hipócrita como pronunciar un "Nos hablamos" sabiendo que ninguna de las dos partes tiene la menor intención de hacerlo, pero es algo que se dice porque está bien visto socialmente.
Mi reflexión me llevó únicamente a intuir que los cambios importantes de conducta en nuestras vidas, modificar nuestras actitud ante ciertas circunstancias, valorar o no las condiciones en las que nos encontramos, no dependen de que termine o empiece un nuevo ciclo. Supongo que más bien se presentan como pequeñas revelaciones que, sin importar en qué día o mes estemos, nos llevan a revisar las costumbres y sólo así se logra "evolucionar" o "ser mejor".
Todo el mundo tiene puestas unas expectativas altísimas en este nuevo año. Como si "nos la debiera", porque hay el entendido general de que el 2009 nos trató muy mal. Porque termina con la cifra con la que se califica a la excelencia. Porque sus dígitos parecen el marcador de un partido en el que un equipo duplicó el extraordinario número de goles del adversario. 20-10.
Si queremos que nos vaya mejor este año, trabajemos para lograrlo, con o sin lista de propósitos. La clave está en hacer y no sólo en desear o esperar.