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jueves, 1 de octubre de 2009

Culpa calórica


Sigo sin poder bajar el último kilo (que para estas alturas ya deben ser tres). La última vez que fui a la nutrióloga, la secretaria no estaba y debía llamar al día siguiente para hacer cita... ya pasó más de un mes y todavía no lo hago. Mi "justificación" (que también puede ser llamado pretexto) es que no puedo vivir eternamente con la figura de la nutrióloga como un gendarme que me impongo de manera voluntaria. Estoy convencida de que tengo que lograrlo yo sola, que ya sé "qué sí" y "qué no" debo comer, y que hasta que no llegue a mi peso ideal y deba entrar en mantenimiento, no tiene caso que regrese.

Me está resultando un tormento esto de contar calorías. Además, mi carácter radical y de extremos no me deja ser flexible. Siento que si como algo fuera del régimen, ya se desperdiciaron todos mis esfuerzos, cuando en realidad no es así. Me lo dijo la nutrióloga, me dio la lista de equivalentes, pero qué complicado estar revisando las hojitas cada que quiero comer algo fuera del programa.

Estaba sufriendo con todo lo anterior cuando me acordé de una aplicación del iPhone que una amiga me recomendó hace unos meses. Se llama Lose it! y básicamente es un programa que ayuda a administrar el "presupuesto" diario de calorías. Trae una lista de alimentos de la que una marca qué y cuánto ha comido y se va sumando. Así es mucho más fácil contabilizar realmente lo que estamos consumiendo. Sin embargo, más que resultarme útil, me parece un método culpígeno. Apuntar las 15 calorías del 1/8 de plátano que me comí para no tirarlo porque lo dejó mi bebé, me parece demasiado. Yo sé que es sólo mi percepción, que esto es una herramienta utilísima, pero creo que no es para mí. Sé la solución: ¡Tengo que hacer ejercicio! ¿Tendré tiempo algún día?

viernes, 31 de julio de 2009

Y el ejercicio, ¿a qué hora?


Mi nutrióloga fue muy clara al respecto- la actividad física es absolutamente indispensable para obtener los mejores resultados con el régimen alimenticio que me recomendó. La combustión de calorías considera el movimiento "normal" de una persona, y para bajar se requiere activarse aún más. Y cuando lo dijo pensé que lo que me recomendaba tenía mucho sentido, pero que yo, como buena ama-de-casa-trabajadora-mamá-de-un-bebé-que-ya-camina, tengo mucha más acción que la mayoría de la gente. Sin embargo no repliqué y me di a la tarea de ingeniarme una manera de hacer ejercicio aparte de salir a caminar al parque con mi niño en la carriola.
Inscribirme en un gimnasio es una opción que queda descartada por el momento, pues aún no tengo con quién dejar a mi hijo para poder ir. Para salir a correr por las mañanas, tendría que hacerlo demasiado temprano (para regresar y bañarme antes de que mi marido se vaya a trabajar), y eso implica partir cuando todavía está oscuro, lo cual no resulta muy seguro. Fue entonces que vi que un cereal regalaba unos DVD's con rutinas de ejercicio. Era perfecto. Haría la rutina en la comodidad de mi casa y antes de que mi niño despertara y bendito remedio. Pero cuál ha sido mi decepción cuando en 4 supermercados ya no encontré dicha promoción, claro indicador de que muchas mujeres están en mi situación. Estaba a punto de darme por vencida cuando una idea cruzó por mi mente. En la televisión deberían pasar programas de entrenamiento, sólo que yo nunca las había visto. Y sí, así es. Encontré uno que diariamente muestra cómo hacer pilates y otro de yoga, y están fabulosos. No es el gran esfuerzo físico ni mucho menos, pero es una buena práctica para el cuerpo y una gran manera de empezar el día. Lo difícil sigue siendo levantarse antes de que salga el sol, pero yo sigo poniendo diario el despertador a las 6,30 am. A veces lo logro, otras no, pero por lo menos lo estoy intentando...

miércoles, 29 de julio de 2009

Y sigue la dieta...


Ayer me tocó ir a la nutrióloga. Es increíble que haya durado más de 30 días a dieta (con algunas pequeñas licencias, claro está). No fue el martirio espantoso que recordaba de otras ocasiones en las que me había puesto a seguir un régimen alimenticio. Al final sí me estaba aburriendo un poco de comer "lo que debía" y no lo que se me antojaba, pero ayer todos mis esfuerzos se vieron recompensados por el numerito que marcó la báscula y tomé nuevos bríos para la última fase. Un mes más y me pondrán "en mantenimiento". Suena a algo que le harían a un automóvil, pero es una guía para alimentarse de manera balanceada y no volver a subir de peso al momento de dejar el tratamiento. Creo que ese es precisamente el mayor reto de este asunto, encontrar DIARIAMENTE y para siempre, la manera de balancear mi alimentación. Lo bueno es que ayer la doctora me dio una lista de equivalentes, de manera que, no importa si en algún momento quiero o (por falta de opciones) tengo que comer algo que no es lo más nutritivo, puedo sustituirlo por otros alimentos de mi dieta diaria y de esa manera no altero mi ingesta de calorías. Suena al purgatorio en vida, ¿no? Tener que estar pensando PARA SIEMPRE qué estoy comiendo. Y sin embargo, conozco mucha gente que lo hace desde hace mucho tiempo y no lo sufren, es ya algo automático. Además no es sólo cuestión de estética sino también de salud, y... ¡siempre están los fines de semana para relajarse! La idea es nada más no seguir jugando radicalmente al sube y baja con la balanza. Aquí voy otra vez.

viernes, 17 de julio de 2009

Qué bien se siente...


Cuando alguien te dice que ya te ves más delgada. Que tus sacrificios y esfuerzos se están viendo recompensados en tu linda figurita, la cual últimamente había lucido un poco rolliza. Estos últimos días me lo han comentado, y estoy feliz. Y es que cuando subo de peso, al principio siempre hago como que no pasa nada. De alguna manera mi cabeza me hace pensar que la báscula se desajustó y que no es gran cosa. Porque claro, igual uno o dos kilos no se notan, ¿pero qué tal cuando se vuelven tres o cuatro y nos llevan a considerar cambiar de talla? Peor todavía cuando dejamos que ese estado "temporal" se convierta en el estado natural de nuestro cuerpo. No sé cómo lo vivan otras personas, pero como yo siempre he fluctuado muchísimo entre pesos, cada que logro estar delgada lo vivo como un gran triunfo. Ojalá esta vez ya logre quedarme en un peso aceptable y aprenda a no irme a los extremos. Por lo pronto estoy feliz y no sólo porque se me nota y lo compruebo en mi ropa, sino también porque me siento mejor, con mucha más energía. Ya sólo falta una semana para volver a ir con la nutrióloga...

sábado, 11 de julio de 2009

Confieso que he pecado



Llevaba dos semanas de dieta perfecta, ni un pequeño permisito... me sentía muy bien, tanto que decidí que este fin de semana merecía una pequeña concesión. Y lo hice. Me comí (casi completo) un pastel soufflé de chocolate (muy parecido al de la foto)... ¡Uff, qué cosa más buena! Valió la pena, escogí muy bien con qué pecar (bueno, además de que tengo la teoría de que cuando uno se abstiene de los postres un tiempo, después saben mucho mejor), ¡pero ahora me siento muy culpable! ¿Por qué, por qué, por qué es tan difícil hacer dieta? La línea entre cuidarse y obsesionarse con lo que uno come es muy muy delgada, y por lo tanto resulta complejo mantenerse dentro de los estándares de la normalidad. Yo atribuyo a eso que muchas prefiramos traer un par de kilos demás que estar contando eternamente calorías. Siempre he dicho que estar a régimen es más complicado aún que dejar de fumar (cosa que hice hace más de dos años y sin sufrimiento alguno). Porque fumar no HAY QUE hacerlo. Comer sí. Además hay comida POR TODAS PARTES. Y cuando uno come, pues se le antojan las cosas ricas, no lo light, bajo en calorías, o integral. Aunque he de reconocer que después de un tiempo de comer "bien", uno sí se acostumbra a las opciones saludables. Sin embargo, los antojos son inclementes. Claro, ya sé: el ejercicio es la clave. Cuando uno lo hace, no hay necesidad de cuidar lo que se ingiere. Lamentablemente en este momento de mi vida, fuera de unas caminatas fungiendo como motor de una carriola, no tengo mucha oportunidad de realizarlo. Así que seguiré llevando cuenta de las calorías... y me olvidaré de los pasteles por al menos dos semanas más. Espero que mi pecadillo no tenga repercusiones en la báscula...

viernes, 3 de julio de 2009

Mientras no sueñe con quesadillas gigantes...


Una vez empecé una dieta con una amiga del trabajo. Habíamos estado sufriendo un poco esa nueva disciplina de cuidar lo que comíamos, pero lo estábamos haciendo bien. Un día llegó mi compañera y me dijo: "Necesito romper el tratamiento, ayer tuve el sueño más terrorífico de mi vida". Yo no entendía a qué se refería. Sabía que comer demasiado antes de dormir provoca una digestión lenta que tiene como resultado tener pesadillas. Pero, ¿tenerlas por no comer? Fue entonces que me contó su sueño. Era una escena que se repetía sin parar, ella mordiendo una quesadilla gigante. Lo curioso es de dónde sacó su subconsciente esa imagen. Como laborábamos en una editorial, había portadas de algunas de las publicaciones impresas en grande, a 2 metros de altura. Y justo frente a nosotras estaba la de una revista de cocina, presentando, por supuesto, unas deliciosas (al menos en apariencia) quesadillas fritas, que por su tamaño y ubicación se metieron fácilmente y de manera subliminal en la cabeza de esta chica como una figuración onírica aterradora.
Yo nunca he tenido un sueño tan gracioso a causa de un régimen alimenticio, aunque sí me pasó una vez que hacía una dieta hiperprotéica que soñé que comía pasteles y galletas, ante la ansiedad por el azúcar.
Esta vez creo que voy muy bien, ya llevo casi una semana siguiendo el plan al pie de la letra y no resiento las limitaciones a la hora de comer. Más bien me he dado cuenta que lo que tengo que reprimir es el impulso de andar "picando" todo lo que se me pone enfrete (y la colación de nueces ayuda).Sigo reportando...

miércoles, 1 de julio de 2009

Mi ropa de flaca


Si hay algo que me anima a no romper la dieta, es pensar en los jeans "de flaca" que me esperan en el fondo del clóset. No sólo poder lucir ESOS, sino también otros pantalones y blusas sin que se me salga la llantita por aquí y por allá, es mi meta. Yo creo que todas tenemos dividido nuestro ajuar en "ropa de gorda" y "ropa de flaca". Alguna vez estando en mi peso ideal, y harta de jugar al sube y baja con la báscula, regalé todas las prendas grandes jurando nunca volver a subir de peso.
JA.
Resultó muy mala idea, pues por supuesto que volví a engordar y no hay nada más deprimente que ir de compras porque con la ropa que tienes ya no te sientes cómoda. Además adquirir vestimenta que sabemos no corresponde a nuestra talla idónea, se siente como una humillación pero también como un desperdicio de dinero, pues la idea es dejar de usarla pronto (al menos en teoría)... El caso es que yo ya llevo un par de años usando sólo "ropa de gorda". Apenas había logrado bajar varios (ocho) kilos y empezaba a resurtir mi guardarropa cuando me enteré que iba a ser mamá. Entonces llegó a mi vida la estigmatizada ropa de embarazo (que la verdad no es tan mala, yo creo que sólo hay que usar la imaginación). Cuando por fin pasaron los nueve meses y dejé atrás 15 de los 20 kilos que subí, regresé a mis trapos de talla grande y ahora, año y medio después de haber dado a luz, ya me cansé de ellos.
Espero redescubrir muchos atuendos con los que me sentía cómoda, y es que a veces pasa tanto tiempo para volver a usarlos que hasta se nos olvida que estaban ahí. Pero de esos jeans, no me olvido... ¡son mi motivación!

sábado, 27 de junio de 2009

Ahora sí, estoy a dieta


Ayer empecé a ir con una nutrióloga. Ya una vez lo hice así, y se puede decir que "aprendí a comer", pero por más que yo sepa qué está permitido y qué no, yo sola no me porto bien. No sé si será la pena de que me pese alguien más y no haber bajado. Quizás también es el "dolor de bolsillo" por pagar y no ver resultados, pero la verdad es que sólo así me funciona.
Y no estoy lamentándome por haberme comprometido a empezar un régimen alimenticio, la verdad es que estoy emocionada. Creo que el haber ido a la primera consulta es ya un GRAN primer paso, porque la verdad es que no es fácil decidirse. Además el plan que me mandó me parece amable, me permite comer más de un par de carbohidratos al día y nueces y semillas varias como colación (además de las zanahorias, que son un poco aburridas). Eso me pareció de lo más interesante, porque es una dieta que nunca he probado pero además es personalizada, pues antes me realizaron una calorimetría. Es una prueba un poco incómoda porque te ponen una pinza en la nariz (no duele, pero sí es un poco angustiante), para respirar por la boca en un tubo de plástico. Así miden el metabolismo de una persona, y determinan cuántas calorías necesita en su dieta para bajar de peso. También con ese procedimiento pueden saber qué cantidad de carbohidratos, grasas y proteínas requiere una persona en su dieta diara.
En fin, ya les contaré cómo me va con mi dieta, la meta son 6 kilos, si se pudieran 7 sería fabuloso... pero ya me dijo la dra. que el último sería dificilísimo... ya veremos.Por lo pronto, lo primero que tengo prohibidísimo es comerme las sobras de mi hijo. Parece increíble, pero eso podría ser un factor altamente responsable de mis kilitos de más. Bueno, claro, eso y la falta de ejercicio constante, pero también ya estoy trabajando en eso. Aunque sea repartidos durante el día, haré de 30 a 40 minutos de actividad física. Sigo reportando...

miércoles, 27 de mayo de 2009

El tormento del verano

Todos los años la misma historia. Excesos navideños que se prolongan hasta los tamales del día de la Candelaria (pasando por la Rosca de Reyes) y al final no hay tiempo que alcance para bajar de peso para el verano. Cuando llega el momento de probarse el traje de baño para ir a la playa es cuando pagamos nuestra penitencia. No que yo esté en mi peso ideal, pero aquí tengo algunos consejos que ayudan, si no a bajar milagrosamente, sí a no estar tan pasada de kilos cuando se acerca el momento de ir de vacaciones.
1. Agua, agua, más agua. Aunque el líquido vital per se no te hará bajar de peso, beberlo es clave. Muchas veces la sed se confunde con el hambre, así que si sientes ganas de comer algo, primero tómate uno o dos vasos de agua y espera a ver si con eso quedas satisfecha.
2. Elige alimentos bajos en sodio. Esto te ayudará a no retener los líquidos, a tener una mejor circulación y a sentirte más ligera.
3. Cuenta los carbohidratos. Querer eliminarlos de la dieta puede causar demasiada ansiedad, pero limitarse a menos de 6 al día es una buena opción para controlar el peso.
4. Actívate. No hablo de inscribirte en un gimnasio, porque para eso nunca tenemos ni dinero ni tiempo (¿verdad?). Pero, cuando puedas, sube las escaleras en lugar de utilizar el elevador, camina a un destino que no es tan lejano en lugar de ir en auto, el fin de semana levántate un poco más temprano de lo habitual y da una vuelta trotando a la cuadra o al parque.
5. Come de manera balanceada. Olvídate de remedios como "tomar agua caliente con limón en ayunas", o "tomar avena en agua todas las noches". Ningún alimento tiene cualidades mágicas, pero el cómo los combines sí puede hacer la diferencia. Frutas, verduras y proteínas son básicas en cualquier dieta, son las grasas y los carbohidratos lo que debes cuidar.